viernes, 30 de octubre de 2015

DANIEL CASADO






Daniel Casado (Trujillo, 1975) es gestor cultural, músico y poeta.






En 2002 obtiene el Premio de Poesía Ciudad de Mérida por El Largo andar tan breve (Ediciones Vitruvio).
Desde 2003 se dedica a la gestión cultural coordinando diversos clubes de lectura en Extremadura. 

Ese mismo año obtiene el XV Premio de Poesía Arcipreste de Hita por El viento y las brasas (Pre-Textos).
En 2005 publica El proyector de sombras (Editora Regional).

Ha sido técnico del programa Extremadura: EstacionCultura desarrollado por la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura y coordinador del Área de animación a la lectura de la Asociación de Gestores Culturales de Extremadura (AGCEX).

En enero de 2007 crea el proyecto audiovisual Mundo en Verso.

En 2009 es reconocido con el premio La Voz + Joven (Fundación Caja Madrid) y en 2010 ve la luz Oscuro pez del fondo (Rialp, 2010), que obtiene un accésit del Premio Adonáis. 

Ese mismo año colabora con el músico y productor Álvaro Gil y juntos dan forma a Pneuma, proyecto musical abierto a la experimentación. 

En 2012 publica El creador del espejo (De la luna libros). En 2015 publica Secretos que contar (Ediciones Amargord).

Actualmente presenta dos propuestas escénicas, PerVersiones, junto al guitarrista Pepe Bustamante, y Poesía entre las cuerdas, acompañado por el guitarrista flamenco Andrés Díaz Cascarilla. También, junto al poeta y cantante José Manuel Díez, presenta el recital poético y musical Mano a mano (ver Agenda)
 
En 2.015 publica el poemario secretos que contar ( Ediciones Amargord).
Mantiene desde 2005 el blog Derivas. 

En la actualidad compagina la gestión cultural, especialmente en el ámbito del fomento de la lectura, con la creación literaria y musical. 

ENTREVISTA:

-¿Cómo se comienza en el terreno literario? 

La expresión “terreno literario” me recuerda aquella otra de “la vida literaria” que, como advirtió en su día Juan Marsé, se trata de una entelequia: existe la literatura, no la vida literaria. El “terreno literario” en un país con unos índices de lectura tan bajos (no solo se lee poco, se lee mal) resulta algo así como un circo de pulgas. A veces el domador y el elefante son la misma persona.

-¿Tienes alguna manía a la hora de escribir? 

No. Habitualmente consigo escribir tras haber leído un buen rato. Aunque otras veces las palabras me asaltan en el momento y el lugar más insospechado. Procuro tener siempre a mano papel y pluma.

¿Alguna rutina establecida o te basas en la inspiración del momento? 

La única rutina es tomar café y tener un buen libro entre las manos. Durante años he escrito mi poesía casi siempre con música, últimamente procuro estar en silencio.

-Describe la poesía en una frase o qué palabra describe mejor la poesía para ti. 


Lo que amo de la poesía es, precisamente, ese misterio insobornable que se resiste a ser descrito, maniatado por conceptos académicos, y que al mismo tiempo representa el territorio de la absoluta libertad. Libertad expresiva y libertad de conciencia, necesarias ambas para asumir, acto seguido, que el verso tiene leyes muy marcadas, que el ritmo es la aritmética del corazón, y que las metáforas son -como decía Rafael Pérez Estrada- de quien se las trabaja.

-¿Cómo ve la escena poética en Extremadura? 

En nuestra región se han dado y se dan obras y autores que forman parte, por derecho propio, de la mejor poesía española de los últimos 40 años.

-Háblenos sobre tu obra poética. 

Considero lo que hago como tanteos en la oscuridad de alguien que es -literal y literariamente- el resultado de lo que ha leído. Pienso que la lectura es, como la escucha, un verdadero arte en sí misma. No hablo de cantidad, ni siquiera de “calidad” en términos artísticos o literarios, hablo de la capacidad de incorporar lo leído, lo escuchado y lo sentido al discurso emocional de cada cual. Pero aprovecho tu pregunta para apuntar que, lejos de construir eso que llaman “una voz”, es decir un registro reconocible, a mí me ha interesado más explorar diversas formas y estilos, mezclarlos en la coctelera de mis pensamientos y emociones, y ofrecer cada vez un registro distinto de mí mismo. A lo que pueda haber en común en cada uno de esos libros es a lo que cabría llamar “voz poética”, pero no me preocupa en absoluto. Suscribo la certera definición de Hildegarda de Bingen, una monja alemana del siglo XIII, que lo expresó tan bellamente: “mi alma es una sinfonía”. En esa línea de constante transformación están los autores que uno prefiere: Pessoa, Machado, Rimbeaud, Eliot, Cortázar, Viñals…

-¿En qué estás trabajando en estos momentos? 

Tengo terminado un nuevo libro de poemas y estoy trabajando en otro que funde ensayo y poesía. Por lo demás, siempre estoy escribiendo canciones, no solo letras, la música, los arreglos… también hago adaptaciones de temas en inglés, que es una debilidad casi privada. En los tres últimos años, además de cantar, me he volcado en aprender a manejar los teclados (piano, sintetizadores, efectos, secuencias…) y de este modo voy componiendo, despacito, mi propia música.


Y finalmente ¿Qué consejos darías a un escritor novel con ganas de empezar a publicar? 

Que siga leyendo. Si es poeta, que solo atienda, como diría Félix Grande, a las palabras irreparables. En “Secretos que contar” se dice: “Escribimos poesía por dolor o por rabia; el resto es literatura”. Que no olvide que la poesía es pura energía y después –solo después- un género literario. 


UN POQUITO DE SU OBRA:

UNO DE LOS NUESTROS

Recuerdo cada vez que me dijeron
“juntos formamos una gran familia”
“tu aportación al grupo es esencial”
“todos estamos encantados contigo”

Tribu. Asociación. Comunidad.
Equipo. Colectivo. Gremio. Club.

Y luego, de repente, aquellas voces:
-¡Uno de los nuestros nos traiciona!

Milicia. Brigada. Sindicato.
Bando. Facción. Cuadrilla. Clan.



APLAZAMIENTOS

La costumbre es evitar el tajante “adiós”
por aquello de los malos augurios.

Decimos entonces “nos vemos”, “hasta luego”
o lanzamos un cursi y lacónico “chao”
el caso es no dar apariencia de despedida,
aplazar la escena final, postergar la separación

aun a sabiendas

de que resulta improbable
técnicamente imposible

que volvamos a ser
los mismos la próxima vez

que nos encontremos

si nos encontramos.





No hay comentarios: